Jesús el Señor obra entre quienes se atreven a creer |
Título: Si nos atrevemos a creer, Dios obrará
Base Bíblica: Juan 20:24-29; Romanos 4:17-21
Introducción:
Una de los principios más comunes en nuestro tiempo se fundamenta en ver
para creer como fundamento para el desarrollo de su fe. Tales personas en
muchas ocasiones se denominan cristianos y hasta creyentes, pero no pueden
creer hasta que todo tenga una explicación lógica, haya evidencias de lo
ocurrido y se pueda explicar el proceso como se produjo. Sin embargo, la fe va
más allá de la lógica, los procesos y las evidencias. Es avanzar simplemente
creyendo que Dios es poderoso para hacer todo aquello que pedimos y necesitamos
en conformidad con Su voluntad.
I. La
incredulidad de “ver para creer” pone una barrera al mover de Dios (Juan 20:24,
25)
1. Una de las inclinaciones más comunes de las personas es ver para creer
2. El apóstol Tomás, aun cuando fue testigo de los milagros
obrados por el Señor Jesús y de las afirmaciones del Maestro en torno a que, al
tercer día después de muerto, resucitaría (v. 24)
3. El apóstol Tomás personifica a quienes llamándose creyentes y cristianos, se mueven para el principio de ver para creer (v. 25)
a. Tomás no creyó a las palabras de sus consiervos discípulos sobre la
resurrección de Jesús
b. Tomás necesitaba evidencias para
creer
b.1. La fe auténtica reta nuestra lógica humana
b.2. La fe auténtica no obedece a procesos lógicos
b.3. La fe auténtica no siempre nos arroja evidencias para explicar
II. Dios espera
que seamos hombres y mujeres con una fe de “creer para ver”(Juan 20.26-29)
1. Tomás comenzó a ver rotas las barreras de la incredulidad al
ser testigo de la aparición del Señor
Jesús en el espacio donde se encontraban reunidos (v. 26)
2. El Señor Jesús le enseñó a Tomás las evidencias de su resurrección para despejar las dudas que albergaba
su lógica humana (v. 27)
a. ¿Le asaltan las dudas?
b. ¿No puede creer en un milagro hasta no ver evidencias?
c. ¿Cree que en alguien que no cree hasta no ver pueda moverse
en la dimensión de los milagros de Dios?
3. Tomás tuvo un encuentro con el Señor Jesús que derribó en su
vida las fortalezas de incredulidad (v. 28)
a. Necesitamos un encuentro personal con el Señor Jesús que avive nuestra
fe
b. Necesitamos caminar de la mano del Señor Jesús para que nuestra fe
crezca
4. El Señor Jesús dejó claro que Tomás era incrédulo a pesar de que había estado con Él todo el tiempo (v. 29
a)
5. El Señor Jesús declara bienaventurados a quienes creen sin
haber visto (v. 29 b)
III. El patriarca
Abraham es un ejemplo de quien “cree para ver” (Romanos 4:16-21)
1. El patriarca Abraham es ejemplo de quien creer para ver (vv. 16, 17)
a. Abraham creyó que Dios es un Dios que resucita a los muertos,
convicción de fe en la que no le
inquietó la lógica, los procesos o las evidencias.
b. Abraham creyó a la promesa de Dios. Creer en una promesa es creer para
ver
c. Abraham creyó que Dios llama las cosas que no son como si fueran
2. El patriarca Abraham siguió creyendo aun cuando tenía todas
las circunstancias en contra (v. 18)
3. El patriarca Abraham no se debilitó en la fe aun cuando el
cumplimiento de la promesa parecía imposible (v. 19)
4. El patriarca Abraham tenía claro que la duda siembra en
nuestro corazón la semilla de la incredulidad (v. 20)
a. Abraham se fortaleció en fe
b. Abraham glorificó a Dios aun cuando no veía el pronto
cumplimiento de la promesa
c. Abraham estaba convencido que Dios hace posible lo imposible (v.
21)
Conclusión:
La Biblia nos enseña sobre la vida de dos hombres que en su momento, y
en circunstancias aisladas, marcaron la diferencia. El primer de ellos es
Tomás, el discípulo de Jesús quien a pesar de estar con el Maestro mucho tiempo
y de ostentar el rótulo de creyente,
era incrédulo. La otra persona es
Abraham, el padre de la fe. Él simplemente creyó para ver. Se movió en la
dirección correcta, tomado de la mano del Señor su Dios. Creer es tener la
certeza de que el Señor cumplirá las promesas. No permitir que la duda siembre
en nuestros corazones la semilla de la incredulidad porque, de lo contrario,
crecerá hasta convertirse en una enorme barrera para el mover de Dios.
(C) Fernando Alexis Jiménez - Léanos en www.MensajerodelaPalabra.Com y www.GuerraEspiritual.Org
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