Título: El amor de Dios se revela en Su Hijo Jesús
Base Bíblica: Juan 1:12, 18; Juan 17:11, 12; Lucas 12:22-30;
1 Pedro 1:15, 16
Introducción:
El señor Jesús murió en
la cruz para perdonar nuestros pecados, pero en Su resurrección nos aseguró la
vida eterna. ¿Todo se detiene ahí? Por cierto que no, ya que el Señor Jesús en
su ministerio terrenal, nos permitió conocer atributos del Padre celestial, y
de hecho, nos reveló al Padre. De otra manera no hubiese sido posible. Ahora,
como hijos de Dios, tenemos todas las promesas y bendiciones que Él definió
para nosotros desde antes de la fundación del mundo. Es tiempo de comenzar una
nueva vida, una vida plena, una vida de realización y crecimiento tanto
personal como espiritual.
I. Dios se revela a nosotros a través del Señor Jesús
1. Al encarnarse, el Señor Jesús nos reveló al Padre celestial
(Juan 1:18)
a. En Jesús podemos
conocer los atributos del Padre Celestial
b. Sin el Señor Jesús no
podríamos conocer al Padre celestial
2. En el Señor Jesús vemos la imagen del Padre celestial (Juan
14:8, 9)
3. Por la obra redentora del Señor Jesús, ahora somos hijos
de Dios (Juan 1:12)
4. Por la obra redentora del Señor Jesús nacemos a una nueva
vida (Juan 3:7)
a. Es una experiencia
personal
b. Es una experiencia
disponible para todos nosotros (1 Pedro 1:23)
II. Dios el Padre del Señor Jesús, ahora es nuestro Padre
1. La obra redentora del Señor Jesús hizo posible que fuéramos
hijos del Padre (Juan 20:17)
a. El Señor Jesús habla de
nosotros como “hermanos” porque somos
hijos del Padre
b. Dios el Padre nos ama
como ama a Su Hijo el Señor Jesús (Juan 17:23)
2. La obra redentora del Señor Jesús hizo posible que
estuviéramos—como hoy lo estamos—en la Presencia del Padre celestial
II. Gracias a la obra redentora de Señor Jesús Dios nos ama
mucho más de lo que podemos comprender
1. El amor del Padre se revela en una parábola tan sencilla,
como la del hijo pródigo (Cf. Lucas 15)
a. Dios tiene perdón, amor
y misericordia para nosotros (Lucas 15:20)
b. Como el padre de hijo
pródigo, Dios nos acoge en Sus brazos cuando nos volvemos a Él
2. Por la fe en el Señor Jesús podemos experimentar siempre el
amor del Padre (Juan 16:26, 27)
a. Tenemos acceso a
corazón del Padre
b. Tenemos confianza que
el Padre nos ama y nos ayuda siempre
3. Correspondemos al amor del Padre celestial cuando guardamos
los mandatos del Señor Jesús (Juan 14:21-23)
“… la obediencia es la respuesta de nuestros
corazones al amor del Padre. Por ella abrimos una puerta para dejar entrar al
Padre y al Hijo, para que hagan morada en nosotros. Así es como tenemos
comunión con el Padre de manera particular. Vemos pues, que el gozo del amor del
Padre está íntimamente ligado a la obediencia a os mandamientos y a la Palabra
de Dios.”(Artículo “Dios revelado como Padre”. Revista Creced. Nro. 3, 2013.
Holanda. Pg. 79)
IV. Gracias a la obra redentora del Señor Jesús, el Padre
celestial cuida de nosotros
1. Dios cuida del más mínimo detalle de nuestra vida, para
proveernos y responder a nuestras necesidades (Lucas 12:22-30)
a. Dejar atrás el afán
b. Dejar atrás todo lo que
nos roba la paz interior
c. Confiar plenamente en
los cuidados del Padre celestial
2. Dios nos muestra su amor y cuidado al enviarnos el Espíritu
Santo (Romanos 8:15, 16; Gálatas 4:6)
a. Dios se preocupa de
todos los detalles en nuestra vida
b. Cuando no confiamos en
Él, expresamos falta de fe
c. Es necesario
desarrollar confianza en Dios
3. El Espíritu Santo nos guía a tener intimidad con el Padre
celestial
V. Gracias a la obra redentora del Señor Jesús, el Padre
celestial nos brinda Su Protección
1. Durante su ministerio terrenal, el Señor Jesús cuidó de
nosotros (Juan 17:12)
2. El Señor Jesús rogó al Padre que cuidara de nosotros (Juan
17:11, 15)
a. Dios desea guardarnos
en santidad, totalmente separados para Él
b. Estamos llamados a
vivir en la santidad del Padre (1 Pedro 1:15, 16)
3. El cuidado y protección de Dios por nosotros implica
guiarnos y disciplinarnos (Cf. Hebreos 12)
a. La disciplina del Padre
celestial no es castigo por los pecados (Gálatas 6:7)
b. La disciplina es una
forma de llamarnos la atención por los pecados deliberados
c. Dios no nos reclama por
los pecados ya perdonados en nuestra vida
d. La disciplina divina
debe llevarnos a ser partícipes de la santidad
(Hebreos 12:10)
“… la disciplina divina tiene lugar para quitar
de nuestra vida lo que es incompatible con la santidad de Dios, por ejemplo en
nuestras malas inclinaciones tales como la impaciencia, la irritación, la
vanidad, el orgullo, la arrogancia, la confianza en nosotros mismos, la dureza,
la avaricia y el egoísmo.” (Artículo “Dios revelado como Padre”. Revista
Creced. Nro. 3, 2013. Holanda. Pg. 82)
4. Dios trata con nuestra vida, pero además, nos prepara para
la casa celestial que nos tiene reservada (Juan 14:2, 3)
Conclusión:
El amor de Dios es una
de las tantas bendiciones que se hicieron posibles por la obra redentora del
Señor Jesús. No solo recibimos prosperidad espiritual y física, sino que
tenemos acceso a la Presencia del Padre. Ahora somos hijos de Dios, y como tal,
podemos dirigirnos a Él. Dios nos perdona, tiene misericordia de nosotros y nos
ofrece la oportunidad de comenzar una nueva vida, de realización plena. ¿Cómo
podemos responder al amor ilimitado de nuestro Padre celestial? Cumpliendo Sus
mandamientos. Hoy es el día para comenzar…
©
Fernando Alexis Jiménez
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