La fuerza transformadora del perdón
Si se lo permitimos, Dios obrará en nuestra vida trayéndonos la fuerza transformadora del perdón... |
Título: La fuerza transformadora del perdón
Base Escritural: Lucas 6: 27-36 y Mateo 18: 21, 22
Introducción:
Quien odia, vive en una
cárcel permanente que le impide disfrutar una vida plena. El resentimiento le
persigue como una sombra donde quiera que vaya. No siente paz. Y si, además,
encuentra cerca a la persona causante de su dolor, la agonía personal y espiritual
será mayor, porque deseará cobrar venganza por el daño que le causaron. La
única salida a ese estado desesperado,
es abrirle las puertas de su vida a Dios para que sea Él quien le de esa fuerza
poderosa y transformadora para perdonar. Dios sí puede y quiere hacerlo.
I. La fuerza del perdón cambia la vida (vv. 27-31)
1. Cambiar nuestra concepción y sentimientos hacia
los enemigos
a. Amen (v. 27 a)
b. Hagan el bien (v. 27 b)
c. Bendigan (v. 28 a)
d. Oren (v. 28)
2. Detrás del poder hay un poder eficaz, así no lo
entendamos (vv. 29, 30)
a. Paz para nuestra alma
b. No podemos esperar que
el mundo cambie si no comenzamos
c. Nosotros primero ese
cambio (v. 31)
II. La fuerza del Perdón agrada a Dios (vv.32-35)
1. Amando al prójimo testimoniamos nuestra fe
(vvv. 32, 34)
a. Perdonar no
es una opción sino una obligación (v. 35 a)
b. Si no perdonamos, transgredimos la Ley de
Dios (v. 36)
2. Amando y perdonando al prójimo, recibimos
bendiciones (v. 35 b)
“... y será grande vuestro galardón...”
III. Si la fuerza del perdón proviene de Dios, será ilimitada
(Mateo 18:21, 22)
1. Si limitamos el perdón, limitamos a Dios (v.
21)
2. Dios nos ofrece la capacidad de perdonar
siempre (v. 22)
Conclusión:
Científicos han
atribuido al odio y al rencor, múltiples enfermedades, muchas de las cuales se
manifiestan en el cuerpo. Y lo más sorprendente, cuando el enfermo perdona, su
afección desaparece con mayor eficacia que si hubiese recibido la dosis del
mejor antibiótico disponible en el mercado. Perdonar trae bien a nuestras almas
y nos acerca a Dios, quien por amor y para perdonar al mundo, envió a su Hijo
Jesucristo a morir en la cruz.
©
Fernando Alexis Jiménez
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