Las soluciones a los problemas se buscan en Dios

Las soluciones a los problemas se buscan en Dios

Dios desea obrar milagros en nuestras vidas,
basta que confiemos en su infinito poder...

Título: Las soluciones a los problemas se buscan en Dios

Base Escritural: 2 Reyes 2:19

Introducción:

Siempre surgirán dificultades. No estamos exentos. Podría afirmarse, incluso, que forman parte de nuestra cotidianidad. La diferencia la marca el hecho de a quién acudimos cuando estamos inmersos en dificultades. Hay quienes buscan en el hombre la salida al laberinto. Otros por el contrario, vuelven su mirada a Dios. Y cuando lo hacen, aseguran la victoria. Dios es nuestro pronto auxilio en la tribulación. Todos tenemos la oportunidad de acudir al Señor y encontrar respuestas y milagros en Él.

I. Todos estamos frente a iguales oportunidades (v. 19)

1. Valoraban las oportunidades

“He aquí, el lugar donde está colocada esta ciudad es bueno...”

a. Visión positiva

b. Optimismo por encima de la adversidad

2. Eran conscientes de los problemas, pero sin desesperarse (v. 19)

3. Conservaban la esperanza

II. Las soluciones se buscan en Dios (v. 20)

1. Es hora de volver a lo elemental, la fe (v. 20)

2. No podemos ser escépticos ante los extraños métodos de Dios

            “Y se la trajeron”

III. Es necesario revisar el origen de los problemas (v. 21)

1. Las soluciones son más eficaces si buscamos donde se originó el problema, y lo corregimos (v. 21)

2. Hay que aplicar las soluciones de Dios (v. 21 b)

“... echó dentro la sala...”

3. Hay que creer a la palabra de Dios (v. 21 c)

“Así ha dicho Jehová: Yo sané esta agua, y no habrá mas en ellas muerte ni enfermedad”

4. Dios obra, de eso no cabe la menor duda (v. 22)

Conclusión:

Cuando no permitimos que los problemas nos roben la paz y volvemos la mirada a Él procura de ayuda, sin duda encontramos la salida al laberinto. En Dios encontramos respuestas, pero también, la oportunidad de emprender una nueva vida, renovada, en la que los milagros dejan de ser algo excepcional para convertirse en algo cotidiano, porque simplemente dependemos de Dios, y Él no se hace esperar para responder a nuestro clamor.

© Fernando Alexis Jiménez

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